Es una sensación personal que desde hace un par de años la
sociedad española se encuentra más politizada que de costumbre. Ahora todo el mundo sabe de política,
macroeconomía, funcionamiento de las administraciones públicas y sobre todo
derecho civil y político. Sin embargo, pensándolo bien, no es de extrañar, ya
que anteriormente todo el mundo era médico, arquitecto, ingeniero, y así un
largo etcétera. Todo el mundo sin tener una preparación, no ya incluso
académica, sino autodidacta, opinaba a la ligera de asuntos tan diversos como
los que he expuesto anteriormente. Era ya la hora de que se convirtieran en expertos
en política, economía, macroeconomía y funcionamiento de las administraciones
públicas.
Como digo, mi impresión es que esto sucedió hace un par de
años, llegando a la cúspide con la generación del movimiento llamado 15M. El
resultado es que un mes más tarde, aquí todo el mundo era experto en unos
temas, que un mes anterior ni les importaba un pimiento ni conocían y ni les
interesaba. Es más, les aburría la política. Y con dos charlas y un artículo
impreso en un panfleto ya son expertos.
Por eso no dejo de sorprenderme como personas que ni siquiera
habían visto un telediario (ni lo han
visto todavía alegando que están políticamente mediatizados) para ver qué pasa
en el mundo, saben de tantas cosas que pasan en él. A mí, en cambio, me gusta
ver los informativos, no sólo de un grupo mediático, sino de todos (incluso los
de la sexta e intereconomía, que son de vergüenza para cualquiera que tengan
dos dedos de frente).
Su mentalidad: cambiar el mundo aunque peligre lo conseguido
con tanto esfuerzo por nuestros padres y abuelos. Su método: la revolución y la
lucha. Más que un movimiento surgido de un clamor popular ante una clase política
a la que hay que vigilar más, ahora parece un grupo guerrillero o una secta, en
la que estás conmigo o estás contra mí, sin llegar a ver y valorar los puntos
de encuentros y ahondar en ellos.
Poniéndome un poco filosófico planteo un par de términos:
La verdad. Muchos buscan la verdad y solo encuentran
su verdad. Y es que la verdad no existe. Lo que existe es mi verdad, tu verdad,
su verdad, la verdad de ellos. Es un lío, pero no tengo otra manera de
explicarlo. Lo que quiero decir es que cada uno tiene su verdad porque la
verdad absoluta no existe.
La razón. Todos creemos tener la razón en todos los
temas y que nuestra visión es la correcta. Creemos estar en lo cierto. Pero lo
cierto según creo yo es que es muy difícil toda la razón, o todo lo contrario,
no tener nada de razón.
Es curioso como leyendo artículos y opiniones de muy
diversas posturas, me encuentro con expresiones “tomar la calle”, “revolución”,
“clase obrera”, “lucha de clases”, “explotación”, cacique”… Par mi es triste
observar cómo estas expresiones que más bien corresponden a escritos de
principios del siglo XX que a opiniones de jóvenes del siglo XXI.
Y digo triste porque no ven en el momento que estas palabras
comenzaron a ponerse por escrito, ya que tal vez debido a las circunstancias de
esos momentos la lucha era necesaria: los trabajadores (notad que no hago
distinción de obreros, proletariado o campesino) eran literalmente explotados y
había que cambiar esa situación. A mi entender la solución fue la evolución del
sistema organizativo gubernamental, el cual evolucionó desde un sistema autocrático
hasta el estado social y democrático de derecho. En ningún modo he visto nunca
la solución de la evolución hasta un estado socialista o comunista o como los
guays quieran llamarlo.
Hoy día, según mi visión, está del todo fuera de lugar
hablar en estos términos. Me explico. No conozco, repito y recalco, no conozco
ningún caso de explotación a trabajadores. No digo que no exista, sino que yo
no lo conozco. Por tanto he de pensar que como es posible que exista, hay que
intentar denunciar tales situaciones para que no se vuelvan a repetir. Sin
embargo conozco muchas injusticias, que son las que hay que evitar.
Es más, la inmensa mayoría de trabajadores tiene una jornada
semanal de 40 horas, que aunque hay sectores como el transporte que son
jornadas más largas, aunque realmente las horas productivas sean muy inferiores,
hay casos como por ejemplo los funcionarios que tienen jornada de 35 horas
semanales y lo más escandaloso los profesores y maestros que no llegan ni a 18
horas semanales. Si, señores y señoras, escandaloso. Lo mismo es de injusto que
se tenga una jornada laboral de 60 horas semanales como que se tenga de 18. Son
extremos que no deben darse y si se dan, corregirlos sin hacer demagogia con
una realidad tan justa como es posible en estos momentos atendiendo siempre a
la maldad humana, todo por intereses personales: si soy empresario, que
trabajen 60 horas, y si soy maestro que trabajen 18 horas. No señores, esto no
es así, por mucho que os empeñéis. Hay que trabajar y sobre todo producir, que
ésa es otra: la gran productividad que se tiene en los trabajos, debido a esa
mentalidad que la mayoría de los trabajadores tienen que se les está explotando
por el empresario que le roba todos los meses. ¿Pero qué mentalidad es ésta?
Otro tema aparte de la poca productividad es el de los
derechos adquiridos. Enunciando algunos como por ejemplo, un mes de vacaciones
sin trabajar cobrando, puentes y festivos durante todo el año, días de baja
aunque sean por causas leves o depresión, baja maternal o paternal, días propios,
ingreso o fallecimiento de familiares, despido de un mes y medio de salario por
cada año trabajado en caso de despido, un mes de diciembre con 10 días laborales, en fin… ¿Estamos en la misma situación
que a finales del s XIX o principios del XX?. Creo que no. En algunos casos se
ha dado la vuelta a la tortilla de las injusticias, pasando del lado del
trabajador al lado del empresario. De una situación en la que trabajando la
familia entera padre, madre y tres hijos pequeños de doce, diez y nueve años
para poder comer casi todos los días, se ha pasado a una situación de que el
trabajador es quien ordena y manda en las empresas, o eso se creen ellos, como el
caso extremo de los trabajadores de Delphi, que se creían que mandaban, cometiendo
tal cantidad de atropellos que la empresa no tuvo más remedio que despedirlos a
todos e irse a otra parte, teniendo así la excusa perfecta para la
deslocalización. Otro caso de corte mafioso por ejemplo es el del gremio de los
escayolistas y yeseros en la provincia de Cádiz, los cuales si tienes una obra
y se ponen ellos en la puerta, tú como empresario no puedes contratar a los
yeseros y escayolistas que quieras, sino solo a ellos. Opinad vosotros mismos.
Mi opinión es que injusticias hay los dos lados (empresarios
y trabajadores) y hay que tratar de corregirlas, pero la solución en una sociedad
que ha avanzado tanto en todos los aspectos, no es ni una revolución, ni una
lucha, ni una guerra, ni nada que se le parezca. El cambio ha de venir por la
evolución pacífica y justa. Hemos avanzado mucho aunque algunos vean que la
situación está igual que a principios del XIX. Hay gente para todo y de todas
opiniones, pero la realidad está ahí. Por lo menos en nuestro país y en nuestro
entorno, ya que en otros países desgraciadamente es todo una catástrofe el
derecho civil y laboral. Hay que seguir avanzando, pero no a base de
revoluciones y guerras, las cuales no se libran sin tener bajas humanas y eso
no se puede consentir.
Salvando las distancias claro está, no puedo dejar de ver
una pequeñisima similitud con el tema del terrorismo vasco, en el cual, sus
activistas argumentan de una manera pueril los actos de terrorismo para
reivindicar un cambio político que solo ellos ven, llegando a calificar a sus
presos como políticos aún siendo condenados no por querer una nueva realidad política,
sino por matar, mutilar, amenazar y extorsionar. Por favor que he dicho salvando las distancias y que veo una pequeñísima similitud, no me malinterpreteis.
La única fuerza violenta en la que creo es en la del
guantazo, que es lo que más de uno necesita hoy día. Muchos me calificaran de
bárbaro, pero sin embargo alientan actos de terrorismo callejero como quema de
inmuebles (de quien sean es lo de menos), quebranto de la llamada paz social,
toma literal de calles y plazas argumentada en unos derechos no existentes, etc…
cuando yo lo único que digo es que con un solo y simple guantazo bien dado se
corregirían muchas mentes obcecadas en extremismos basados en una realidad
inexistente o mentes distorsionadas por porros u otras drogas peores.
Siempre digo una cosa. Si queréis experimentos socialistas-comunistas,
iros a Cuba y vivid allí como un cubano, no como un español de vacaciones. Reconoced
que la situación no es tan mala y a su vez que es imposible que un trabajador
gane 3.000 euros al mes, le regalen la casa y el coche, tenga cinco meses de
vacaciones, un mes de diciembre con 10 días laborales, bajas y derechos e
indemnizaciones de todo tipo. No digo que el trabajador no pueda aspirar a algo
más, pero es que en algunos casos se llega a exprimir al empresario. Son estos
casos los que hay que evitar. Los extremos nunca son buenos.
Bueno, para los pobres de espíritu y para que no se me
malinterprete en todo lo anteriormente expuesto, cosa que algunos son capaces
de hacer fácilmente sesgando frase a frase voy a exponer las ideas que he
querido plasmar. Si no lo he conseguido, me disculpo, pero mis neuronas no dan
para más, lo reconozco:
-Sorpresa ante una sociedad como la española que pasa del
más puro pasotismo ante la política a convertirse en doctores en ciencia política
de toda la vida.
-Indignación ante las personas que quieren cambiar unas
injusticias laborales con revoluciones, lucha de clases, movimientos violentos,
amparados o considerándolas como explotación de una clase obrera que vive como
clase media en todos los aspectos. Pensad que el cambio puede ser peor que lo
que hay ahora mismo.
-Injusticias hay en todos lados. Hay que evitarlas por los
medios democráticos existentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario