lunes, 16 de enero de 2012

Con la Iglesia hemos topado!!!

Ideas esenciales:
-Los principios de la Iglesia son los que son, quien no los quiera seguir, que no los siga.
-No entiendo ni entenderé nunca las críticas a la Iglesia acerca de sus principios, dogmas y demás opiniones expresadas acerca de como ellos entienden la vida. Es un grupo cerrado y tienen derecho a vivir como crean conveniente
-La Iglesia no puede pretender que todo el mundo siga sus normas. Las personas que no quieran seguirla no tienen por qué hacerlo, que para ello son libres. Por tanto, no deben presionar a gobiernos civiles para adecuar una realidad normativa acorde con lo que ellos piensan. Este intento de manipulación y pretender que todo el mundo sigan sus principios, que ha existido, existe y desgraciadamente existirá es lo que es criticable.
-La financiación de la Iglesia al igual que cualquier otra ONG no debe ser en ninguna cuantía de origen estatal. Estoy en contra de cualquier tipo de subvenciones a ninguna ONG ni Fundaciones, ni partidos políticos, ni sindicatos, ni cualquier tipo de empresa, ya que como hemos visto, lo único que se consigue es que unos pocos se forren dirigiéndolas y que llegue poco o nada a los verdaderos necesitados.
-No se puede esperar otra manera de gobernar y dirigir la Iglesia, con una jerarquía prácticamente senil.
-Los delitos dentro de la Iglesia no pueden ser minimizados, ya que al ser la macroorganización que es, y a los fines que persigue, son mucho más perseguibles que en otras organizaciones. Deben ser condenados sin tibieza alguna por su más alta jerarquía y denunciados por ellos en cuanto que tengan noticias, cosa que no han hecho hasta ahora.
-Apostatar no es imposible, es más, según me he informado sobre algunos que lo han hecho (hay muchos foros, visita cuatro o cinco de ellos), tienes que ser constante, y no basta con mandar una carta, pero es relativamente sencillo y no han puesto muchos problemas a la inmensa mayoría.


Exposición de ideas:

Es un hecho el incremento de la polarización en todos los sentidos de las opiniones acerca de cualquier cosa. Hoy día es frecuente el ideal de que, o estás conmigo, o estás contra mi, seguido de un talante pseudoprogre y guay como yo lo llamo por un lado, y una actitud chulesca por el otro extremo. De esta manera o eres un perroflauta o un facha. Mi visión acerca de cualquier tema va más allá, ya que creo que cada uno tiene su opinión y que en la mayoría de los casos hay más o menos diferencias; diferencias que algunos hacen insalvables debido a frecuentes prejuicios que cada uno, por otro lado, es libre de tener.

De esta serie de polarizaciones, hace referencia esta entrada de mi blog. Es la que concierne acerca de los asuntos relacionados con la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Ya algunos, con el sólo hecho de ver el nombre completo le revuelve el estómago. En fin cada uno es como es y hasta a mi me revuelve el estómago otros nombres que ya comentaré en posteriores entradas del blog. Mi crítica hacia esta polarización de criterios acerca de este tema es que o bien detecto que todo lo que hace la Iglesia está bien, o bien todo lo que hace la Iglesia está mal. Mi opinión es que hace cosas bien y cosas mal. Ya otro cantar es que haga más cosas mal que bien o viceversa, de lo cual no estoy seguro a día de hoy, pues poniendo en una balanza las cosas buenas que representa de un lado y las cosas malas que hace, sinceramente no está nada claro. Pero siempre me quedo con las cosas buenas e imagino como podrían cambiarse las malas, ya que ni me planteo proponer el cambio de estos principios, ya que la Iglesia no es como Groucho Marx que dijo la celebre frase "estos son mis principios, si no les gusta,...tengo otros". Hay que ser realista y la Iglesia no funciona así. Tiene sus principios y no los va a cambiar de la noche a la mañana, ya que nunca lo ha hecho en 2000 años y no lo va a hacer ahora.

Es por ser una organización religiosa no entiendo las críticas acerca de la Iglesia en este sentido. Sus principios son sus principios, y gracias a Dios hoy se es libre de seguirlos o no. Otra cosa es la crítica acerca de la intención de esta religión de ir monopolizando las organizaciones civiles, sin darse cuenta que se pasan de la esfera religiosa, en la cual, son una autoridad para los que los siguen, a la esfera civil, en la cual no deben tener peso alguno. Esta es la verdadera crítica a la Iglesia. No pueden pretender, maquinando y creando verdaderos lobbys de poder influir en la legislación civil, tanto en materias de índole legal como de índole presupuestaria o financiera. No es posible que en base a una organización religiosa se pretenda verter todo un ideal en nuestro ordenamiento jurídico, el cual, no es perfecto, admite críticas y es posible su mejora mediante reformas.
En este sentido pongo dos ejemplos, uno él del divorcio, el cual si la Iglesia no lo permite e incluso lo condena, hoy día creo que no es negado ni criticado por nadie. Otro ejemplo puede ser el del aborto, el cual en la reforma del ultimo gobierno, se introdujeron mejoras, pero también grandes retrocesos como el que una niña menor de edad pueda abortar, no ya sin el consentimiento del padre, el cual sería lo lógico pero que puede ser discutible a mi entender, sino ya incluso sin su información, cosa que es lo aberrante, que tu hija aborte y se someta a una operación sin que lo sepan los padres. A mi entender, una buena ley sería fijar un límite de 12 semanas, excepciones sin fechas debido a malformaciones y procesos congénitos, e información preceptiva de los padres. Pero ésta es mi opinión, unos la calificarán de asesinatos y otros de mentalidad fascista. Es lo que hay.
En este sentido creo que lo que debía pedir la Iglesia que sus feligreses en ningún modo abortaran, seguida de la retahíla de sus argumentos, pero en ningún modo intentar imponer una realidad religiosa a una realidad civil. Bajo esta premisa también no se debería criticar a la Iglesia por pedir a sus feligreses que siga una conducta impuesta por ellos como autoridad religiosa, si la propia Iglesia recalcara que su mensaje es para sus feligreses, dejando actuar a las autoridades civiles la organizacion del ordenamiento jurídico para todos los demás.

Otro tema candente es el del tema de la financiación de la Iglesia. La cultura de la subvención, tan arraigada en estas dos últimas legislaturas, ha acabado por arruinar aún más las maltrechas arcas estatales, autonómicas y locales, para ir a parar a los bolsillos de gente avispada o amiguetes del gobierno de turno, ya sea de un partido o de otro. Ahora estamos conociendo casos de corrupción, que implica a ambos partidos mayoritarios del país. Pero lo que no se sabe, y no se sabrá nunca es el negocio de crear una ONG, en la cual sus dirigentes piden y consiguen subvenciones, pero además se autoimponen los salarios y contratan a quienes quieren. De esta manera se pervierte el sentido de la subvención, y lo que es más grave, las ayudas para lo que se piden las subvenciones no llegan a su destinatario final, en su inmensa mayor parte.
En este sentido, extrapolo lo anterior a todo lo demás. Así los partidos políticos deben autofinanciarse con sus afilados, así como los sindicatos, Ongs y por supuesto la Iglesia, la cual debe subsistir con sus propios medios y aportaciones de feligreses.
Por supuesto ni qué decir tiene el sentido perverso de la tenencia por parte de la Iglesia de un Banco o en la utilización de criterios de máxima rentabilidad especulativa en los capitales propios de la Iglesia. La Iglesia no está para eso: sacar el máximo rendimiendo a los capitales, ni especular con ellos, ni para asociarse con entidades más o menos opacas e incluso ilegales, ni la utilización de paraísos fiscales.

Pero claro, analizando la cúpula dirigente de la Iglesia, no es de extrañar que siempre hayan tomado medidas contrarias a su filosofía y creencias. Lo que primero estaba formado por hombres importantes que conseguían los puestos debido a su poder, luego se transformó en una jerarquía con edades avanzadas, a cuya edades lo merecido es un descanso placentero derivada de una jubilación, pudiendo ayudar en la medida de lo posible de acuerdo con las posibilidades físicas y mentales de cada uno. Ante este principio, la dirección de la Iglesia se erige con edades plenamente superadas a la edad de jubilación, que en contraposición de una vida relajada y descansada, adquieren unos mandos, poderes, facultades, obligaciones y decisiones que no van acorde a sus edades.

En base a estas decisiones, adoptadas por personas de edad avanzada que en mi opinión no tienen ya plena capacidad para optar a puestos de tan alta especialización, es criticable el hecho de pretender minimizar cualquier delito de sus componentes, que por otro lado, debido a la magnitud humana de la institución, llega a ser hasta normal que suceda. En toda organización hay que asumir que cuenten entre sus componentes un porcentaje más o menos aceptable dependiendo del tipo de organización, que se encuentren personas que no actúen acorde con la moralidad y legalidad exigidos. Pero es en una organización como esta, donde las exigencias de moralidad y legalidad exigidas deben ser máximas. Aunque lo que no se puede consentir, tampoco es el polo opuesto, el cual, debido a un hondo sentimiento anticlerical calado en una parte de la sociedad, casi siempre coincidente con un extremismo de izquierdas, califique a toda la organización de la Iglesia con el calificativo de pederasta. Que haya sujetos por llamarlos de alguna manera que actúen de esa forma amoral e ilegal dentro de la Iglesia, no significa que toda la Iglesia esté formada por este tipo de energúmenos. Lo que sí es criticable a mi entender es en la manera que la Iglesia trata estos temas, en muchos casos silenciados e incluso no sancionados dentro de la Iglesia. Es una barbaridad que se tenga constancia de abusos a menores por parte de un clérigo y que se envíe a otro centro. No señores míos, no. Lo único que hay que hacer es ponerlo en conocimiento de las autoridades competentes y expulsarlos ipso facto de la organización eclesiástica. Del mismo modo se echa en falta una enérgica protesta y denuncia por parte de la jerarquía, así como un desentendimiento total, expreso y mediático acerca del delincuente, ya que estos comportamientos no tienen cabida dentro de una Iglesia con los valores que dice pretender.

Tampoco veo coherente, de ningún modo, que cualquier persona ajena a esta organización, pretenda demagógicamente intentar dirigirla del modo que él o ella estime oportuno. Me explico. No entiendo que personas que no se sienten dentro de esta organización hagan declaraciones acerca de cómo debe ser dirigida y gestionada. Es muy fácil el demagógico comentario que pretende que se venda todo el patrimonio para con ello quitar el hambre en el mundo. Vamos a ver, el patrimonio de la Iglesia es de la Iglesia y quien no está dentro de ella no tiene a mi entender el derecho de pretender que haga lo que ellos estiman oportuno. Si quieren quitar el hambre en el mundo, ¿por qué no destinan todo el dinero que ganan a este menester?. Por una razón, porque tiene que comprar comida, vestimenta, aseo, alojamiento, medios de transporte, etc. Pero claro también compran vestimentas superflúas, viajes, drogas (incluyo el alcohol y el tabaco). El dinero que destinan a este tipo de cosas, sí que los podrían donar para quitar el hambre en el mundo. Sin embargo no lo hacen. ¿Por qué pretenden que otros lo hagan?. Tienen el derecho de criticar lo que quieran, pero no tienen el derecho moral de ser tenidos en cuenta, al igual que mi opinión no tiene el derecho de ser tenida en cuenta para la creación del gobierno de Alemania, país del cual no pertenezco. Hay muchos que sintiéndose partícipes de la Iglesia piensan que se debe gestionar mejor y suprimir ciertos privilegios de la máxima jerarquía y utilizar estos recursos para hacer el bien, aunque con la observación que no todo el mundo tiene presente que no es el máximo planteamiento de la Iglesia el acabar con el hambre en el mundo. Para ello hay otras organizaciones, que por su parte, tampoco lo consiguen.

La Iglesia para que me entiendan los cortitos de espíritu, por llamarlos de alguna manera, es un grupito, y en los grupitos, te sientes dentro o no, perteneces o no, aunque puedes sentirte plenamente integrado en él, aunque no sigas todas las directrices que por parte de una jerarquía pretenden imponer en base a concepciones o ideas erróneas o mentiras. Los que no quieran pertenecer están en su perfecto derecho, y así incluso si su obsesión por el tema les llega a la apostasía, tienen su derecho. Pero yo cuando no quiero ir más por ejemplo a un gimnasio, digo como mucho que no voy a ir más, pero lo que no hago es pedir por escrito a que se me borre del fichero informático del gimnasio, ya que sería calificado como un obseso. Aunque para mi sea considerada como obsesión, realmente es un derecho, el cual puede ser ejercido por cualquier persona que así lo estime oportuno. Hay cientos de foros, y en la mayoría se expone el procedimiento así como la facilidad de su consecución, salvo casos contados que habría que analizar pero que seguro que no es culpa del apostatante, sino por el trámite que conlleva y que no baste con solo ir al cura y decirle que quieres apostatar y que hace que algunas personas se líen.

Es muy difícil pensar que una organización todo lo haga mal, pero hay personas que así lo piensan. Por ello aunque mi idea de Iglesia no es la que tenemos actualmente, hay que reconocer que es infinitamente mejor que la Iglesia que ha habido en los siglos anteriores desde su fundación como tal. Además pensando que aunque se podría hacer mucho mejor y que se hacen cosas muy mal, me quedo con las cosas buenas que hace la Iglesia: misiones, cáritas, formadora de moral y humanidad y educadora. En ella hay grandes personas, con las cuales me quedo y que intentan hacer de este mundo algo mejor. Otros se quedarán con los casos de pederastia, financiación, etc. Es cuestión de ver el vaso medio vacío o medio lleno, pero el vaso aunque esté medio vacío, quita algo la sed, que nunca se os olvide.

Muchos son los que creemos que las cosas pueden cambiar, pero no por la vía de la revolución, sino por la vía de la reforma.

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